lunes, 29 de noviembre de 2010

Film noir: Una vida marcada (Cry of the city)



Una vida marcada (Cry of the City), dirigida por Robert Siodmak en 1948 y que en España ha editado Suevia en su colección Clásicos de Oro, con una carátula de Soligó que es otra joya en sí misma.
Volver a ver esta película ha sido un auténtico placer, porque tiene una buena colección de elementos para destacar entre las mejores producciones del cine negro.

- Comienza con lo que podría haber sido un final, uno de los dos protagonistas herido de muerte en la cama.

- Tiene un protagonismo bicefálico interesante: por un lado Marty Rome, interpretado por Richard Conte, delincuente habitual con una lista de delitos a sus espaldas más larga que el brazo del policía Candella, al que da vida Victor Mature. Ambos han salido del mismo barrio habitado por italianos, son materia prima del mismo crisol, pero han elegido caminos radicalmente diferentes que permiten a la película desplegarse y brillar al mismo tiempo como ejemplo de crook story, el cine negro protagonizado por delincuentes y narrado desde su punto de vista, y un procedural, con el policía incorruptible persiguiendo a su presa como un sabueso entregado.

- A lo anterior se añaden momentos de costumbrismo que nos ganan para la trama. Concretamente en la escena en que Candella visita a la familia de Rome, y se encuentra de repente como epicentro de una especie de reunión de parientes y vecinos, en una escena que finaliza con uno de los temas centrales de la película: la perpetuación de la delincuencia en las clases sociales bajas de barrios concretos, de hermanos mayor a hermano pequeño, de Marty a Tony, las madres sufrientes… No en vano la escena empieza con el padre de Marty “entregando” su puesto: es un hombre decente, pero entendemos, sin que nos lo digan, que las peripecias criminales de su hijo le arrastran al descrédito entre sus vecinos y amigos. Ése es el otro tema de la película: las consecuencias en las personas que rodean al criminal, los que pagan por sus hazañas criminales. En ese sentido, la película podría adaptarse sin dificultad a situaciones del cine policíaco actual, simplemente con cambiar la etnia del ghetto que se retrata. La sociedad y las grandes urbes tienen tendencia a producir ese tipo de situaciones como parte de su dinámica humana más despiadada.

- La astucia con la que, sorteando las imposiciones de la censura de la época, plantean la corrupción en la policía: el guardia del hospital prisión que cobra por cambiar las sábanas es un símbolo, un guiño para que el espectador pueda llegar a sus propias conclusiones, lo mismo que el abogado corrupto… 
- El decorado, totalmente cargado de significado: el final en la iglesia, y en la visita de Mature a la casa del criminal, la cruz al fondo de la imagen… Los símbolos religiosos están muy presentes en el relato. 
- Contiene además un momento ejemplar de película de fugas que es como un pequeño relato dentro del relato. Dichos sea de paso, conviene ver la película en versión original subtitulada, porque lo que han hecho en la versión doblada con la música no tiene nombre. La han cambiado, la quitan en escenas en las que estaba y la añaden donde no estaba o simplemente modifican su aportación a las imágenes. Así por ejemplo en el momento de la fuga, la música original es como un latido constante que resulta más inquietante que el equivalente de la versión doblada. 
- La magia del cine clásico aparece en la forma de narrar visualmente la historia trabajando sobre la profundidad de campo, algo que supo captar muy bien el maestro Soligó en su cartel español para la película.
- Los personajes de villanos contra corriente, el abogado, la enfermera… Todos ellos escapan al tópico.
- La capacidad para otorgar entidad narrativa y contexto a los personajes secundarios, como el médico emigrado que no puede ejercer y atiende al herido en un coche, la enfermera que vive con su madre… Sabiamente el único personaje que no tiene un desarrollo de ese tipo es la novia del protagonista, una joven Debra Paget a la que esta misma semana hemos visto bailando con una serpiente en La tumba india… Es como una aparición, la mujer idealizada por Marty que incluso en un diálogo la describe como “un ángel” para cachondearse de los dos policías. Lo contrario ocurre con el personaje interpretado por Shelley Winters, que aparece poco, pero rápidamente se gana la complicidad del público por la complicada situación en la que se encuentra… otra vez las consecuencias y víctimas de los actos de Marty.
- Dos pinceladas documentales de rodaje en exteriores que prestan un novedoso cuerpo visual a la película, otorgándole mayor verosimilitud a su historia…
- Resumiendo: máxima eficacia narrativa en tiempo récord, con personajes bien definidos y con un estilo visual clásico que sirve como toda una colección de pistas para solucionar escenas con dinamismo y sin aburrir al espectador merced a su planificación. Posteo un par de ejemplos a continuación que espero sirvan de paso para estimular al personal a que vea esta pequeña joya del cine negro. Ojo a cómo presenta el personaje de la enfermera. 

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